Existe cierta clase de pensamientos colectivos, que se van transmitiendo de generación en generación, y que tienen una influencia transparente a simple vista, pero que en el fondo ejercen una tendencia que nos condiciona a pensar o a sentir de determinada manera.
Específicamente, me gustaría abordar la tendencia a pensar que Dios solo habita dentro de una iglesia. Cuando hablo de iglesia me refiero a edificios o construcciones humanas.
Creo que por cuestiones relativas a la religiosidad, tradicionalismo, cultura, etc, etc, son muchos los que tiene fuertemente arraigado este concepto, que Dios solo habita o puede tener comunión con el hombre dentro de las cuatro paredes de una iglesia.
Pareciera que ellas tendrían algún componente distinto, que hace que puedan contener a Dios allí adentro. Hay muchos que al entrar se sienten condicionados, y hasta cambian su manera de actuar, porque pareciera que se encuentran expuestos delante de Dios de una manera diferente allí que en otro lugar. Estoy seguro que muchas personas no podrían actuar de la misma manera adentro que afuera, porque este pensamiento aceptado por la sociedad hace pensar en que allí adentro estamos expuestos en demasía ante Dios, en mucha mayor manera que en otro lugar, como que si la mirada de Dios se limita a esos perímetros.
Hace un tiempo, vi pasar a alguien por delante de una iglesia, y mientras continuaba su camino, asumo que por una cuestión de tradición o cierta formación religiosa, realizó la acción de persignarse, es una costumbre que consiste en hacer una seña con las manos sobre el rostro cada vez que se cruza por delante de una de ellas. No es mi intención hacer ningún juicio de valor sobre estas costumbres, ni mucho menos, solo reflexionar acerca de la idea ya casi social que Dios solo habita dentro de las cuatro paredes de una iglesia.
Y que acciones como esta, u otras solo son una consecuencia de esta estructura de pensamiento que limita a Dios a solo un pequeño espacio reducido.
Por supuesto que no estoy diciendo que ellas no puedan ser una herramienta que Dios usa para relacionarse con las personas, pero al mismo tiempo no creo que su valor esté en su mobiliario, paredes, muebles, etc, etc, sino que su real riqueza son las personas que allí llegan con un deseo sincero de comunión con Dios.
Pero en contraposición con este pensamiento, leyendo y analizando un poco la historia, acerca de la vida de Jesús, comencé a notar el poco uso que Jesús hizo respecto de los templos de su época para acercarse a las personas. El no tuvo una actitud de encerrarse dentro de una sinagoga, esperando que las gentes fueran a su encuentro, sino que al contrario, El salió a las búsquedas de las personas en la calle.
Allí afuera sanó a los enfermos, transitó los caminos donde había necesidad, trayendo libertad espiritual y física. Sus plataformas de predicación no eran púlpitos de madera, sino barcas a la orilla del mar, que hacían que sus mensajes pudieran ser escuchados por cientos.
En las calles hizo los milagros, multiplicó los panes y los peces para que miles puedan comer. A sus amigos, algunos de los cuales luego le fallaran y le traicionaran, los fue a buscar en las calles, y los llamó a ser pescadores de hombres.
Por donde Jesús anduvo hubo arrepentimiento, salvación, restauración, sanidades y muchos milagros. Pero no se encerró dentro de cuatro paredes, sino que vino con un propósito claro y definido, salir al encuentro de las personas para transformarlas y darles una vida en abundancia.
Al ver solo un poco de como Jesús se movió por esta tierra, puedo darme cuenta que Dios es alguien dispuesto a impactar en las calles, en las afueras, y no solo dentro de un recinto. Más que cuatro paredes cerradas Jesús se identificó con una puerta:
Dijo Jesús:
“Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá y hallará pastos.”
Recuerdo la letra de una canción que dice: En las calles los sanó, en las calles los buscó, por las calles su mirada va.
Hoy la mirada de Jesús esta sobre tu vida, y no está esperando que únicamente entres a una iglesia para relacionarte contigo, esta buscándote para cambiar tu vida de una manera desesperada, tan desesperada es, que hasta podría usar este sencillo escrito para hablarte, no porque tenga nada en especial, sino porque esta basado en sus palabras.
Una vez más, Jesús hoy está saliendo a las calles para buscarte, y nuevamente, esta vigente la invitación de Jesús que te dice:
Yo soy la puerta, entra, y encontraras la vida eterna, paz y restauración para tu vida.
Una puerta que jamás te llevará al encierro, sino a la libertad total.
Autor: Fabio Miguel Pereyra
http://reflexionesbreves.blogspot.com
Sus palabras: San Juan 10:9