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sábado, 30 de junio de 2007

La caida, una gran oportunidad

Suelo comenzar mis escritos desarrollando algún tópico en particular, para luego enlazarlo con una idea de base cristiana, costumbre que hoy modificaré para ir directamente al grano.

Esta reflexión esta específicamente dirigida a todos los que de alguna u otra manera han caído, cualquiera sea el motivo.
A los que se encuentran luchando con diferentes situaciones, que se sienten sumergidos en un abismo. Si estás luchando con alguna adicción, si algún tipo de enfermedad golpeó las puertas de tu casa, la bancarrota económica o desmoronamiento familiar hoy es la realidad que te rodea, sin importar la oscuridad que te toca vivir, si te sientes que has caído en un pozo del que no sabes como salir.
Si te sientes identificado, si hubo situaciones que te llevaron a vivir al límite.
Hoy quisiera compartir contigo una verdad que puede cambiar tu triste realidad.

Muchas son las personas que en sus vidas han caído, pero de ese mismo grupo de personas hay dos clases distintas, las que hicieron de su caída una tragedia para nunca mas sobreponerse, y las que entendieron que de alguna manera ella representó “La gran oportunidad” de levantarse para siempre.

Hay un principio bíblico establecido por Dios que dice así:

Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan en El Señor tendrán nuevas fuerzas, levantarán las alas como las águilas, correrán, y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán.

Es común que nosotros hayamos planeado nuestra vidas sin darle a Dios una parte vital en ella, es que la tendencia natural así lo demuestra, planeamos, vivimos y proyectamos en nuestra propia inteligencia, confiando en que nuestro intelecto y capacidad son suficientes para solucionar cualquier adversidad posible.
Y mientras esta fórmula mentirosa siga funcionando es mucho más común que nuestro acercamiento a Dios parezca inútil e innecesario, creyendo que la fe es solo para los más débiles o ignorantes.

Pero en oposición con esto, es común también que decidamos buscar a Dios cuando todo no esta tan bien, esta búsqueda crece acorde a la circunstancia adversa que estamos viviendo.
Quisiera que sepas que esto no le preocupa a Dios, y que El no nos rechaza por nuestras búsquedas “interesadas”, ya que la mayoría de nosotros nos acercamos en estas condiciones.

Cuando todo brilla no es necesario buscar a Dios pareciera, pero cuando hemos caído y estamos desesperados la búsqueda se convierte en la alternativa.

Dios quiere que sepas que tu caída es un tiempo de “oportunidad” para levantarte nuevamente, en ciertas circunstancias El permite nuestra derrota, para que luego conozcamos la verdadera victoria.

Vemos como el pasaje bíblico ya nos ponía en alerta al respecto, que hasta los más jóvenes se cansarían y caerían, pero que los que “confían en el Señor” tendrían nuevas fuerzas para levantarse como las águilas.

Una de las características del águila es que es una de las aves que se enseñorea de los aires, sobre las demás aves, pero que primero vive períodos duros donde hasta se pone en juego su vida, pero se vuelve a levantar sobre los aires, sobreponiéndose a la circunstancia adversa, para luego tener una visión distinta.

El águila posee un tipo de visión mayor que cualquier otro animal, inclusive a la del ser humano, puede ver a su presa desde los aires a kilómetros de distancia, en un vuelo por sobre los 3000 metros de altura.

Este es tiempo de confiar en alguien con el poder suficiente para cambiar cualquier circunstancia.
Si las situaciones que te llevaron al límite pareciera que no te dejan lugar para otra cosa que el fracaso, hoy se renueva la oportunidad de confiar en Jesús. Un Dios de amor dispuesto a llevar tu carga, hacerte descansar, y a traer una restauración integral a tu vida.

Quiere Jesús que le conozcas, para que te levantes como el águila, con una visión renovada, para que lo que hoy vela tu entendimiento sea quitado.

¿Has caído nuevamente?

Dios quiere extenderte hoy su mano.

Vuelve hacia aquel que quiere levantarte para siempre: “Jesucristo”



Autor: Fabio Miguel Pereyra
http://reflexionesbreves.blogspot.com
Bases del autor: Isaías 40:30

lunes, 25 de junio de 2007

Un vínculo para siempre

Diversas son las maneras en que los seres humanos nos relacionamos entre si.
Es que en nuestro diseño original fuimos creados con esa profunda necesidad de relacionarnos, y en esta necesidad, son muchas las diferentes maneras de hacerlo.

En la búsqueda de satisfacción relacional, los vínculos familiares, de amistad y amorosos, son los principales que conforman la lista de los que más nos influyen.
Hijos que necesitan de sus padres, padres que necesitan de sus hijos, esposos, novios, abuelos, amigos, tíos, etc, etc.
Todos desde su lugar, cada uno acorde a su rol de acción, en las diferentes etapas de nuestra maduración como personas nos aporta un importante legado.

Con el paso del tiempo vamos creciendo, y nos vemos en la necesidad de establecer vínculos confiables, lejos de entender psicología, ni mucho menos, creo que en definitiva todos tenemos una carencia interior a ser saciada en lo que respecta al relacionamiento, y esta es la de “amar y ser amado”.

En varias oportunidades, la ciencia comprobó que si un niño recién nacido recibe todo tipo de asistencia en lo que respecta a necesidades alimenticias, físicas y médicas, pero no recibe ningún tipo de afecto y amor, serían altas las posibilidades que el niño muera, ya que el amor es una necesidad fundamental en nosotros, arraigada desde la misma concepción.

Quisiera detenerme, solo en algún aspecto de nuestra actividad relacional y la interacción entre nosotros.
A lo largo de las diferentes etapas, estamos en contacto con otras personas, ellas nos brindan un vínculo que repercute en cada uno de nosotros de una manera diferente. Depende del tipo de cercanía o valor que represente esta para nosotros, la repercusión del vínculo puede ser menor, como muy importante.

En otras palabras, los efectos de una relación fuerte, puede desembarcar en conflictos graves, como en una construcción positiva de nuestra personalidad.
Vínculos como la paternidad, pueden influir de manera tan significativa en el ser humano, que como resultado final de esta influencia, sea afectado todo nuestro futuro en manera significativa, determinando así, en muchas áreas para el individuo éxito o fracaso. De la misma manera, un esposo u esposa puede construir en su cónyuge algo de inmenso valor, al mismo tiempo de poder crear todo lo contrario.
La amistad u otros, son también herramientas capaces de causar efectos que pueden marcar la vida de las personas, como ya vimos anteriormente, en forma positiva o negativamente.

En ocasiones, lo negativos de las relaciones, son disparadores de frustraciones que acompañan a las personas de por vida. Otras en cambio, con el efecto positivo de ellas, condicionan al éxito a sus receptores.

Por un momento, sería oportuno que pienses como han repercutido en tu vida las relaciones humanas que te han tocado vivir, las de diferentes índoles. Te has preguntado alguna vez, ¿que construyeron en ti, y que han destruido?

Resumiendo esta primera parte, y siendo redunde con el mismo concepto, podríamos reiterar lo trascendental de los vínculos afectivos y relacionales para el ser humano, basados en la importante necesidad de: “amar y ser amado”

Pero si de perdurabilidad hablamos, podríamos marcar que ninguna de las relaciones humanas mencionadas, transcienden las barreras del tiempo.

Por diferentes causas, estos vínculos humanos se ven limitados con el paso del tiempo, y por más positivas o negativas que sean, o hayan sido, todas, tienen una duración limitada.
Las distancias geográficas, la enfermedad, las confrontaciones o desacuerdos, el paso del tiempo, y en el más terminante de todos, la muerte, establecen la realidad que las relaciones humanas no son eternas.

Estas interrupciones, hacen que la finalización de estos lazos afectivos produzcan también serías consecuencias en nosotros.
Para este caso creo oportuno el siguiente concepto: “el amor implica dolor.”

En resumen, lo que finalmente quería destacar, por más buena o mala que hayan sido o sean nuestros vínculos humanos, todos en su totalidad, no son perdurables a través del tiempo.

En mi convicción personal, e incluyendo este tópico al cristianismo puro, si hay un tipo de relación que esta planteada como un vínculo eternal, un tipo de relación que fue finamente planeada con el objetivo de romper las barreras del tiempo.

Sus raíces están cimentadas sobre verdades espirituales, es que Dios decidió romper el muro que separación que existía entre El y el hombre.

Ese muro que dividía, y no permitía que podamos relacionarnos libremente con Dios se llama pecado, pero en el plan maestro del creador supremo, estuvo la decisión de enviar a su hijo Jesús, para que el muro sea derribado, y por su intermedio establecer una nueva relación de comunión con cada uno de nosotros en manera personal.

Dice La Biblia en Juan 10:10

El ladrón vino para hurtar, matar y destruir, pero Jesús vino para que tengamos “vida” y vida en abundancia.

Esta abundante vida, solo es patrimonio de los que decidieron establecer una relación personal con Jesús, decisión que nadie debería tomar a la ligera, ya que tiene efectos muchos más ricos e importantes que cualquier otro vinculo humano.

Nuestra necesidad prioritaria de “amar y ser amado” solo puede ser canalizada de una manera perfecta a través de Jesús.

Alguien dispuesto a darte vida, una vida abundante que saciará nuestra necesidad interior de manera plena.

Es tiempo de reflexionar:

¿Estas viviendo una vida abundante?

Si no estás seguro que así sea, creo es tiempo de decidir entablar una relación que excede todas las barreras posibles.

La iniciativa ya fue tomada por Dios, y fue también un amor que implicó dolor, ya que el plan fue entregar a su propio hijo para que este nuevo vínculo de comunión entre El y tu sea posible.

Hay una vida abundante esperando por ti.

¿Has decidido que hacer al respecto?



Autor: Fabio Miguel Pereyra
http://reflexionesbreves.blogspot.com/

miércoles, 13 de junio de 2007

Un nacimiento por decisión propia

Desde mis once años y hasta los veintiuno pertenecí a cierta comunidad cristiana.

Allí adentro pude aprender muchas cosas, desarrollé una parte de mi necesidad de servicio a Dios. De ese lugar me lleve muchas experiencias, algunas que me ayudaron y otras que no tanto, pero de todas maneras agradezco a Dios todo lo que pude vivir en ese lugar, toda mi adolescencia, mis amigos de esa época, los cuales muchos permanecen hasta el día de hoy, son un grato recuerdo de esos días.

Muchas fueron las personas que allí conocí, algunas me influenciaron para bien, invirtieron tiempo en mí, ayudándome cada vez que como jovencito no sabía cual era la mejor manera de actuar ante tal o cual circunstancia. Hoy agradezco a esas personas que de casi niño grabaron en mi lo que significa la vida cristiana, inversión que me sostuvo en momentos difíciles de mi vida.

Es que aprendí a vivir confiando en Dios, y que pase lo que pase, El nunca me iba a dejar ni abandonar, sea cual sea la situación, es que ese era parte del mensaje que siempre escuchábamos.

Pero al margen, siempre hubo algo que me llamaba poderosamente la atención. Dejando de lado las gentes que con un corazón sincero estaban en una búsqueda de Dios, estaban las otras.

Personas que por años escuchaban cada fin de semana mensajes que Dios quería construir en nosotros, palabras que si uno las ponía en práctica aparejaban un cambio rotundo en las acciones, formas de pensar y de actuar. Sin embargo no podía entender como algunas de ellas, asistía siempre a las reuniones, conocían por años el mensaje que cambia las vidas,y en su vida particular nunca reflejaba lo que decían que profesaban.

Siempre me preguntaba, como es que después de tantos años de escuchar lo que Dios quiere de nosotros, solo nos dediquemos a criticar a los demás, a tomar oposición con mi prójimo solo por diferentes maneras de ver algunas cosas, o por deporte mismo.
Fue con el tiempo que aprendí, que pertenecer a cualquier ámbito cristiano, sea cual sea este, no convierte a nadie en un hijo de Dios, y que las tradiciones, las costumbres religiosas, no es algo que nos de la garantía de ser un hijo de Dios.

Entendí que si alguien nace en un garage o en un parking, eso no significa que te convierte en un auto, y que crecer dentro de un ámbito religioso tampoco eso te convierte en hijo de Dios, y que es sumamente necesario tomar una decisión concreta para alcanzar dicha condición.

Observemos lo Jesús le dijo a un hombre de un alto rango eclesiástico de su época, alguien que se destacaba por ser un constante buscador de la voluntad de Dios.

Una noche, un fariseo llamado Nicodemo, fue a visitar a Jesús y le dijo:

“Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, pues nadie podría hacer los milagros que tú haces si Dios no estuviera con él.

Jesús le dijo:
“Te aseguro que si una persona no nace del nuevo no podrá ver el reino de Dios”

Nicodemo le preguntó
“¿Cómo puede alguien ya viejo nacer de nuevo?
¿Acaso puede entrar otra vez en el vientre de su madre?

Jesús le respondió
“Te aseguro que si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Todos nacen de padres humanos: pero los hijos de Dios solo nacen del espíritu.

No te sorprendas si te digo que es necesario Nacer de Nuevo.
Yo, Jesús, tengo que ser levantado en alto, para que todo el que crea en mí tenga vida eterna”


Quisiera determe en algunos aspectos de esta charla de Jesús y Nicodemo.

Lo que primero me llama la atención, es que Nicodemo siendo un hombre de buen nombre y con una basta experiencia religiosa, se acercó a Jesús haciendo énfasis en las señales, milagros y obras que a simple vista se pueden ver y maravillar a cualquiera, diciéndole; “Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, pues nadie podría hacer los milagros que tú haces si Dios no estuviera con él.


Sin embargo, Jesús lo confrontó con algo mayor, le planteó la necesidad de nacer de nuevo.

Es común en nosotros, acercarnos a Dios buscando sus favores, sus milagros, sus respuestas, lo que no está mal, pero Jesús quiere antes de todos estos beneficios, confrontarnos con una necesidad mayor, necesitamos nacer de nuevo.

¿Pero como es esto?, te preguntaras. A ninguno de nosotros se nos pregunto si queríamos nacer, para estar hoy aquí en este mundo, nunca obtuvieron nuestro permiso para llegar a esta tierra, eso es algo que no sucedió por decisión nuestra.
Es que ese fue el nacimiento en la carne, pero hay otro tipo de nacimiento tan importante como el primero, y es el nacimiento del espíritu.

Un nacimiento que implica una decisión nuestra, que no queda librado al azar, y que es que nos da la posibilidad de ser hijos de Dios.
No importa a que corriente religiosa pertenezcamos, podríamos estar toda nuestra vida siendo simples oidores, como muchos que conocí, pero que no tomaron la decisión de nacer del espíritu.

Quizás te suene muy místico todo esto, pero el nacer del espíritu es solamente reconocer que somos pecadores y que solo a través de Jesús podemos encontrar salvación, reconocerlo como nuestro salvador, por medio de su sacrificio en la cruz, expresándole así nuestra necesidad de querer ser hechos hijos de Dios.


Esta decisión trae efectos muchos mas importantes en nuestras vidas que cualquier otra.
Nos pone en la condición de Hijos y no de simples oidores de El.

Por tal motivo, es sumamente necesario que te preguntes si alguna vez has tomado la decisión.

Si fuera que no, me gustaría poder ayudarte en este aspecto, sería una alegría para mí, que puedas contactarme.

Ya que Jesús quiere confrontarte en manera personal, para que esta vez puedas ser tú el que decidas:

¿Quieres nacer de nuevo?



Autor: Fabio Miguel Pereyra

http://reflexionesbreves.blogspot.com/


Bases del autor: Juan 3